viernes, 6 de noviembre de 2009

La pesadilla de Julio

Muchas noches habían pasado en el departamento, incontables lluvias, infinidad de conversaciones sobre esto, aquello… Quien permanecía todo el tiempo en él , era Emilio; quienes no estábamos en él los fines de semana eran Carlos - había otro Carlos en el departamento, que era amigo de Axel- y yo.

Al llegar del fin de semana, entrar al departamento y saludar, era usual que me contaran los pormenores en mi ausencia, si es que había… las anécdotas eran detalladas al anochecer, después de la cena, justo antes de dormirnos, siempre había un tema, una plática sencilla, ¡ siempre¡

Fue un fin de semana caluroso, debió haberlo sido porque julio tomó cerveza bien fría ya por la tarde noche, y no fue una, sino dos, aunque era tentado más por el vino, y sólo le alcanzara para cerveza. Era muy raro que no hubiera nadie en el departamento, esa noche julio se quedo solo. Nos dijo que prendió la televisión, aunque sólo la escuchó, no la vio, pues le aburrió la película. Dice que no se emborrachó, recordó detalles de lo sucedido, no era el típico ebrio que inventa disparates, historias, o que conversa y termina agregando sal y pimienta a su retórica, ¡no¡

Lo que no recuerda es la hora en que se quedó dormido. Dijo que apagó la tele, fue al baño, colocó la caguama en el piso, se recostó sobre la cama viendo al techo y colocó su cabeza sobre las palma de sus manos. No tenía sueño. Dijo sin remilgo que lo único que pensaba esa noche era follarse a una vieja, pero que no tenía dinero, pensó en él y en que haría si tuviera mucho, mucho dinero. Lo primero que se le vino a la mente fue en tener un harem. Todos reímos, él no, su harem era cosa seria.

Continuó hablando.

…no recuerdo la hora, esa noche no tuve sueño. Fue un día aburrido, y es que no tenía a donde ir, me quedé sin dinero, tampoco nadie me invitó a embriagarme, tampoco quise rogar por ello. El sueño tuvo que haberme vencido, porque desperté cuando escuché ruidos, pensé que provenían de la calle. Me levanté y hasta pensé que venían a echar juerga a esas horas, supuse que todavía no era tan tarde. Juro que escuché mi nombre, por eso me levanté. Tomé uno trago de cerveza y volví a ir al baño, no vi el reloj de la recámara porque sabía que no tenía pila.

Me volví a quedar dormido, aunque no tenía sueño, volví a despertar cuando dijeron “Julio “. Lo escuché clarito. Cómo si hubiera estado despierto.
Ya no quise dormirme ni tomar cerveza, pensé que era estaba alucinando, pero no me dio miedo.

Cuando escuché un ruido afuera de la recámara tampoco me dio miedo, porque sabía que era el gato, a veces se metía al cuarto el wey cuando la puerta estaba abierta. Tuve que haberme quedado dormido, porque cuando volví a escuchar mi nombre estando acostado, pensé que estaba soñando.

En ese momento Julio pide un cigarro, lo prende y lo fuma despacio...escuché un ruido afuera de la recámara, pensé que era alguno de ustedes, por eso pregunté qué quien andaba ahí. Nos reímos. El hizo una mueca, arrugó su frente y nos miró.

…Me levanté de mi cama. Me asomé por la ventana. No había nadie. Cuando nadie respondió a mi pregunta me dio miedo, empecé a sudar. Ya no tuve valor para andar preguntando nada.

…Por ésta que alguien andaba allá afuera, nos dijo y cerró el dedo pulgar, levantando el índice, y después besándolos, en una señal de juramento. Es más, entró por la puerta de la otra recámara. Agarré un envase de caguama vacio y quedé al lado del pasillo que va al baño, casi me meo del susto, ya no me pude mover, ni preguntar nada, por más que quería preguntar, no me salía la voz. Escuché unos pasos en la otra recámara , se dirigía a éste cuarto, lento, cómo si estuviera jugando conmigo, con mi miedo…no podía gritar, casi chillo, entonces me encomendé a Dios, traté de rezar en vano, porque no me acordé de nada, por más que me encomendé a él, lo que nunca, pero aún así escuchaba los pasos hacía mí. Pensé que moriría de puro susto.


...Apesar que hacía mucho calor, me dio mucho frío, las piernas las sentía débiles, como si hubiera corrido mucho. Tenía en mi mano el envase de caguama y se la quebraría al primero que entrara. Mi mirada se centró en los vidrios de las ventanas, pensé en correr y saltar del segundo piso. Tomó su cigarro, lo fumo y dijo asegurando. “ por poco y lo hago….” Por primera vez pensé en la muerte, creí que venía por mí, suena algo loco, pero así pensé.

No recuerdo más. Al otro día amanecí con un chingo de dolor en mis piernas.
Creí que era una pesadilla, pero en los pies de mi cama estaban los restos del envase y tierra proveniente del patio, dejando marcado la suela de un zapato.