Ese sábado por la noche no se me olvidará. Todo eso quedó en marcas que se plasmaron en fotos días después. No se cubrieron con nada. Salí todo madreado, con algunos hematomas, no dije nada, hasta hoy lo hago.
Por primera vez sentí vergüenza, de mí, de lo que era, también sentí muchos resentimientos hacia mi padre, pero no cambié hasta muchos, muchos, años después.
Mi vida era un mundo de contradicciones, de llevar la contraria a mi padre, a odiar sus consejos, su aburrida vida, su obsesión hacia su trabajo y su profesión como maestro de inglés, sus clases que me daba sin cesar. En una ironía de la vida me iba pareciendo más a él, física y mentalmente.
Por primera vez sentí vergüenza, de mí, de lo que era, también sentí muchos resentimientos hacia mi padre, pero no cambié hasta muchos, muchos, años después.
Mi vida era un mundo de contradicciones, de llevar la contraria a mi padre, a odiar sus consejos, su aburrida vida, su obsesión hacia su trabajo y su profesión como maestro de inglés, sus clases que me daba sin cesar. En una ironía de la vida me iba pareciendo más a él, física y mentalmente.
Mi cuerpo flaco se parecía mucho al de él. En el cabello rebelde, que no se aplacaba, más que con un corte de cabello corto, corto. Los mismos gestos, gesticulaciones. Fruncir la frente ante una indecisión o molestia, morder la punta de los lápices amarillos del número dos. Dar la media vuelta y dejar una discusión inútil que no llegará a ningún buen término.
Nuestra caligrafía, delgada, que se va a un costado, legible, hacia arriba en algunas letras, b, l, t, d. Tenemos la misma forma de caminar y de sentarnos frente al escritorio con la cara recargada sobre la muñeca del brazo derecho. Agarraba la tiza y el bolígrafo con la mano izquierda, la colocaba entre el pulgar y el dedo medio, como él, aún sigo haciéndolo.
Era yo su foto cuando él tenía mi edad
1 comentario:
Menos mal que esos resentimientos cambiaron, aunque sea años después. No sería bonito cargar con ellos por siempre.
Publicar un comentario