sábado, 22 de noviembre de 2008

Sábado por la noche

A escasos días de salir de la prepa , decidí salir, fue un sábado por la noche. No tengo mayores detalles de ese sábado, excepto por lo que pasó… no recuerdo otra cosa relevante. Debí haber desayunado hot cakes, haber estado todo el día en mi casa, jugado con mi perra, dormido por la tarde, haber visto mucha tele, debí de haber hecho nada productivo, así era mi vida.

Por la tarde me bañé, merendé a la misma hora de siempre. Salí habitual, cerca de las diez, con los mismos temores; procuré no hacer ruido, cerciorarme de cargar la llave adecuada y aceitado las bisagras de las puertas por la tarde para que no hicieran ruido al tratar de abrirlas por la noche.

Tomaba sólo cerveza, así ha sido siempre. Una, dos, tres, nunca he llevado la cuenta de cuántas he tomado en una noche, pero sé que no son más de cinco. No me he llevado bien con el vino, por eso he preferido la cerveza y nunca me he excedido para no arrepentirme después.


Tal vez todo esto no es relevante.
El Juaco se estacionaba como de costumbre, algunas casas antes de llegar a la mía. Entré sin mayor preocupación, subí las escaleras, entré a mi recámara. No encendía la luz, no lo hacía cuando llegaba tarde, no era tan tarde, pasaría más de media noche, pero seguro era antes de la una de la mañana. Era una noche relativamente fresca, me desnudé para dormir. Todo era silencio. Pude oír el ruido que hace una hebilla al manipularse, el zipper de mi pantalón , una moneda cuando cayó al piso y rodó a no sé donde.

Me tiré al viejo colchón para quitarme los tenis. Quedé inmóvil, sentí la presencia de alguien. Por un rato pensé que era un fantasma..pude oler la loción de mi padre. Cuando boté los tenis sentí el primer golpe en la cara, cerca del ojo derecho, debió haber sido con una hebilla, pues el hematoma duró por muchos días. Luego sentí otro y otro más. Alcancé a cubrirme con la cobija, pero mi padre no cesaba. Esperó en silencio una hora o dos a que llegara y subiera a mi cuarto, estuvo callado , sin hacer ruido, tuvo la paciencia de aguardar a que me desvistiera para desquitar su enojo.

El sueño me venció. No recuerdo más. Al otro día nadie dijo nada. No pedí, ni me pidió explicación.Traté de ocultar con unos lentes los golpes en mi cara, en especial el que estaba cerca de mi ojo derecho, fue inútil. Los hematomas en mi cara y cuerpo duraron muchos días, y el enojo de mi padre más, muchos años más.

1 comentario:

Unknown dijo...

Genial!!!
No los hematomas
Sino la manera en que escribes.