martes, 14 de abril de 2009

Emilio no sabía tomar

Emilio no sabía tomar.

Bueno, a cada borracho le pega diferente.

Julio, era de los alcoholizados que se duermen sin decir agua va. Tomado, cualquier rincón le era indiferente. Él podía ir a donde hubiera licor de cualquier clase, siendo gratis, todo era bueno. Tomaba, permanecía callado. ¡ Hey Julio, salud¡ Sí contestaba estaba ahí, pero ausente, sino, pues ya estaba dormido. Nunca hizo desmanes, causó problemas, nada. Un expediente limpio.


A Carlos, el amigo de Axel le daba por bailar, en pareja o solo… el chiste era bailar, si pasaba uno cerca lo agarraba como pareja. Nunca insultaba a nadie, ni bromeaba, nada, lo suyo, era el baile.

Al otro Carlos le daba aires de grandeza. Contaba de lo que gastaba en bares, de los diferentes tipos de alcohol, su calidad, precio.
Hablar, hablar, hablar.


A Rodrigo se le iba andar abrazando a todo mundo.

Yo una vez baile y me hicieron rueda, pero nunca quedó como una anécdota o comentario futuro.

Cualquiera podría jurar que Emilio no tomaba. Parecía todo, menos un borracho. Amigo lo era, de eso no cabía la menor duda…pero cuando tomaba más de la cuenta era la clase de borrachos que abraza a uno, decía al que estuviera cerca cuánto lo quería.
Empezaba a contar su vida, cómo el que cuenta sus intimidades a alguien de su entera confianza. Remataba con lágrimas, se acordaba de penas añejas, después venía la violencia: ¿qué me vez?, Psss lo que quieras pendejo. Se ponía en guardia para los golpes, sí es que no terminaba vomitando antes.
Al otro día decía que no se acordaba de nada.

En algo coincidimos todos. Cantar. Cantamos sin importar lo desafinado que éramos – es que el alcohol desinhibe -.
P.D.
En la recta final de Itzhak.

No hay comentarios: