¿Qué condición física podíamos tener? Teníamos cuerpos flácidos, yo mismo era ese caso. De siempre he tenido una figura delgada, torpe, al mismo tiempo un raro abdomen, sin haberlo tenido nunca prominente.
En la secundaria hice pruebas para atletismo, al grito de “fuera “, corrí… corrí… cuál animal perseguido. Tomaron mis datos. Cuál respuesta de recursos humanos:
“¡Luego te llamamos ¡ “.
Pregúntenme cuándo me llamaron. Sigo esperando respuesta.
Algo que realmente me molestaba eran algunas tipas que se desvivían por ayudar al maestro. Ya sea forrando sus fólderes donde pasaba lista, marcando las asistencias o inasistencias, colocando notitas o garabatitos sobre de ellas. Desde entonces tengo una abominación por las asistentes personales de los maestros.
Algo que realmente me molestaba eran algunas tipas que se desvivían por ayudar al maestro. Ya sea forrando sus fólderes donde pasaba lista, marcando las asistencias o inasistencias, colocando notitas o garabatitos sobre de ellas. Desde entonces tengo una abominación por las asistentes personales de los maestros.
Ellas, las asistentes tenían buenas notas. Entonces empezaban las burlas ¿cómo conseguían buenas notas si les estorbaban las carnes? No participaban, se cansaban de inmediato , o tenían mil excusas y recetas médicas.
De todos era sabido que el maestro de educación física era un maestro barco y corrupto, no sólo ese, sino muchos más. La voz se corría de inmediato, quién o quienes de los maestros eran fáciles de sobornar.
De todos era sabido que el maestro de educación física era un maestro barco y corrupto, no sólo ese, sino muchos más. La voz se corría de inmediato, quién o quienes de los maestros eran fáciles de sobornar.
Muchos de ellos tenían un currículo impecable o deshonesto desde mucho antes que nosotros llegáramos. Sus sobrenombres ya habían sido designados desde tiempo atrás, nosotros sólo coreábamos lo que decían los demás. No había perdón para un maestro quemado una vez.
Eran muy raros los maestros a los que se referían con sus apellidos. Tan pronto llegaban a dar sus primeras clases, se les buscaba cualquier defecto: en el modo de hablar, caminar, enseñar, mirar. Si era muy flaco, muy gordo, con poco o abundante cabello. Cualquier situación podía ser usada en su contra.
Así muchos profesores con carácter fuerte tenían apodos temibles, y los de carácter débil tenían motes irrisorios.
Las clases de educación física consistían en correr dándole varias vueltas a una cancha de béisbol. Un total abandono por parte de nuestro maestro y un desinterés por parte de nosotros. Años después sigo sin enteder la causa de darle vueltas a esa cancha.
Creí entonces que el deporte no era lo mío… o así me lo hicieron creer.
1 comentario:
Noooo... No me digas eso, yo estoy estudiando para maestra de primaria y no quiero que me pongan apodos. Aunque, a esa edad los niños no son tan malditos como en niveles superiores, corro el riesgo aún.
Saludines.
Publicar un comentario