martes, 21 de octubre de 2008

" Eres un ojete"

Fue en la primaria, tuvo que haber sido en tercero o cuarto, un día de educación física, estaba en short, fue lunes o martes por que llevé a la escuela dos tortas con mole poblano.

Cada que mi madre hacía mole era por alguna ocasión especial, o no tan especial, lo cierto es que le gusta hacer mole poblano .Lo tarda en preparar una semana. Empezaba un lunes desvenando el chile, martes tostándolo, ensomando toda la cocina, nosotros huyendo en busca de aire fresco. No sé como ella lo resiste.Después muele el chile en un molino. Las especies siguen después, dorarlas, freírlas, molerlas. Todo tiene su ritmo, su tiempo, día. Se tiene que tener un gusto especial por la cocina y por el mole.

El sábado a medio día pone el brasero, tiene todos los ingredientes por separado, los vertirá sobre una gran cazuela de barro donde tiene ya manteca caliente y caldo de guajolote. Es todo un rito. Siempre lo acompaña con arroz y mucho, mucho pollo, ese día hay cerveza bien fría.

Sirve mi madre la pieza de pollo en un gran plato extendido de una vajilla guardada, no en la Luis XV, esa es un tesoro invaluable, regalo de mi abuela, Baña a la pieza de pollo con un poco de mole y le rocía ajonjolí dorado, a un costado pone el arroz a la mexicana. Como tesoro mi madre guarda sus trastes, sus vajillas. Esta vedado para nosotros comer en esa antigua vajilla Luis XV. Siempre comemos en platos de otras vajillas que han quedado incompletas. Así nos servimos en platos diversos. A través del tiempo fuimos adoptando un plato, un vaso y taza. Cuando ya no se pueden usar buscamos otros, pero siempre tenemos uno preferido. Mi madre dice que la vajilla se usará en alguna especial. No la usa. No la pedimos tampoco. Son a mi modo de ver una reliquia que sólo hay que ver de lejos.

Todos han coincidido que sin lugar a dudas que el mole poblano con arroz a la mexicana le queda delicioso y es el que más gusta, no digo que los demás no, sólo que éste supera a los demás.

El domingo es recalentado, mole, arroz y caldo con menudencias. El lunes a primera hora son tortas con mayonesa, pechuga desmenuzada y un poco de mole, suficiente para que pique, y poco para que no se ablande el pan. El lunes las tortas me saben deliciosas. El sabor de mole dulce con pechuga y mayonesa es delicioso. El lunes para la comida, es mole. Martes, mole para la comida y tortas de mole para la escuela. . Miércoles, también mole. Ya ponemos peros a tan exquisita comida. Los miércoles lo comemos en hojaldras y los jueves y viernes lo rematamos con enchiladas con bastante crema y rodajas de cebolla. Yo no la como, no me gusta.
Para el siguiente sábado no nos lo hace comer. Mi madre siempre lo guarda en el refrigerador. Asegura que en él nada se hecha a perder, pero sabemos que termina tirando el restante un mes o dos meses después.

…ese día llevé tortas de mole. Tuvo que haber sido lunes. Sí, fue lunes. Llevé una bolsa de plástico con dos tortas , envueltas en servilletas blancas, ya manchada por el mole. Traía en la mano un vaso de plástico con agua de limón, un compañero me pidió una torta y agua de limón, luego vino otro, y después otro.

Macario rehusó a convidar su almuerzo una y otra vez.

¿ Por que no les hacían su lunch como a mí? ¿ por qué su mamá no se levantaba temprano, les hacía sus tortas con mole, mayonesa y pechuga desmenuzada y les hacía su agua de limón?

¿Me convidas de esa torta? No, no convido nada, trae la tuya.

“Eres un ojete”. Alzé los hombros y seguí comiendo.

lunes, 13 de octubre de 2008

El Juaco

El Juaco era serio, nos frecuentaba porque pensaba que éramos buen pedo... nosotros lo frecuentábamos porque le gorreábamos el auto. Un viejo auto Volkswagen sedan.

-“¿A dónde vamos? “.

El wey no era de complexión gruesa, aunque no era flaco, digamos que tenía un cuerpo en forma de aguacate.Bajito, pelo rebelde, corto, corto, no había gel que aplacara esa abundante cabellera. Tenía tez clara, con pecas en ambos pómulos y nariz. El estomago se desbordaba cual masa con levadura. Siempre se quejaba de la talla de los pantalones. Si los buscaba en talla chica, no entraba; en talla grande… entraba, pero pues se veía muy chiquito. Se desesperaba en una búsqueda de uno que le sentara bien, ¿no me veo gordo, verdad?

Usaba lentes, aunque no le gustaban; aclaraba que en realidad no los necesitaba. Era muy vanidoso.

— ¿me veo bien?

Siempre olía bien. Años después me enteré que todo lo que se propuso lo logró -excepto bajar de peso- Al ser tan obsesivo, meticuloso, perfeccionista lo llevó a depresiones, nada le gustaba, todo le aburría.

No cambió a través de los años. El estomago abulto, ya no era por masa de pan, decía que ahora era de cerveza. “Empezaré a hacer ejercicio, para bajar la panzita” . Eso decía cada año.

Se dejó la barba de candado. Se le empezaron a ver algunas entradas en las sienes en ese negro pelo. ¿...pero no se nota mucho, verdad? Pronto se le empezaron a notar algunos pliegues en la frente y alrededor de sus ojos. Cambió sus lentes de pasta por unos sin armazón.

A pesar que nos encontramos casualmente algunas veces, no había nada que nos uniera. Nunca fuimos amigos, pensamos uno del otro que éramos unos ojetes. Yo lo era, lo admito. Recuerdo perfectamente la primera vez que me lo dijeron: “ Eres un ojete” . No entendí el cumplido o la ofensa, pero la acepté con descaro.

martes, 7 de octubre de 2008

El galanzete

Ya había agarrado confianza de salir de mi casa algunos viernes por la noche sin decir nada. No era seguido, acaso una vez por mes.

Salía como de costumbre a escondidas, con el corazón acelerado, sudando. Afuera estaban mis cuates: El Perico, El Juaco y El Greñas. Ya conocieron al Perico, faltan los dos últimos. Mi madre no los podía ni ver. Nunca le cayeron bien. Decían que nada más se la pasan sonsacando a los demás.

Éramos casi de la mima camada, ya andábamos cerca de los dieciocho, el greñas, nos llevaba un año más, al igual que el Juaco. El Greñas pues andaba pelón. Pero semanas atrás andaba con los pelos crecidos, sin ton ni son. Cuando fue a pedir informes para su pre-cartilla se la sentenciaron.

Es que los pelos largos no le iban. Era el más alto, el más moreno y flaco de la banda, traía los pelos necios, largo en ambos lados de las sienes, que tapaban más de media oreja, onda tipo trailero. El largo del cabello le tapaba todo el cuello, pero sin tener forma alguna, daba la impresión que tenía el cabello sucio. Tenía la barba cerrada Podían fácil confundirlo con un indigente.



Como buscaba trabajo decidido raparse. . con ese aspecto parecía otro. Nadie se había fijado antes en su a rostro, en sus ojos verdes sombreados por pestañas rizadas. Al parecer estaban escondidos entre tanto pelo; sobresalían sus ojos sobre esa tez morena. Tenía un cráneo bien proporcionado. El rape le iba bien. La barba cerrada también.

Siempre sonreía. Fue el más optimista de los que yo haya conocido. No siempre fue así. De niño fue de complexión robusta. Tenía el abdomen abultado, con las mejillas y papada prominentes. Era por su altura, tez y peso muy bien identificado,

Al entrar a la secundaria tuvo demasiados problemas de acné; eso y el sobrepeso contribuyeron a su timidez, a alejarse de los demás. No querer comer. En más de una vez vomitó y derramó una lágrima por su aspecto físico.

Fue obligado por su papá a inscribirse en clases de karate con la intención literalmente de madrear al que se burlara de él. Nunca supieron que dejaba de comer, que vomitaba. Todo su coraje, fuerza y dedicación para esa actividad lo llevaron a tener otra actitud ante la vida…y bajar de peso. Eso y el entusiasmo para bailar lo cambiaron por completo.

Quién iba a pensar que ese patito gordito se convertiría en todo un galanzete.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Mi cuarto

Mi cuarto donde dormía era como otra recámara cualquiera de mi casa.
Yo dormía sobre un adusto colchón tirado en el piso. Era un viejo colchón, flaco el pobre, se le podía sentir fácil sus huesos en algunas partes de éste. Algunos de éstos ya habían hecho mella en él.Había uno que otro agujero.

No lo podía voltear como lo hacían como los demás colchones de mi casa cuando estaban viejos. Los volteaban de un lado a otro, como tratando de rejuvenecerlos, buscando la parte más suave, tratando de que se usara bien por ambas partes. Posponiendo la compra de uno nuevo.

No lo podía voltear, una vez prendimos un cuate y al colchón fue a parar. Nos dimos cuenta hasta que...percibimos un fétido olor. Se estaba quemado. Se quemó sólo una parte. Esa iba hacia el piso.

Disfrazaba mi colchón con un viejo pero fastuoso cobertor con una figura de un león dormido. Tenía algunas almohadas, algunas sin plumas, otras rellenas de ropa vieja. Mi madre compraba algunas muy de vez en cuando, nos castigaba no comprándonos, después de que las desplumábamos. Las fundas eran nuevas y siempre olían muy rico, eso sí.

Tenía un mueble viejo y majestuoso de madera que mi madre compró a una vecina. Dijo que lo compró a muy buen precio.Ésta se mudó y no volvimos a saber de ella, dijo que le dolía deshacerse de él. Creo que lo vendió porque ya no servía, eso dijo mi padre poco tiempo después. Tenía termitas. Yo desde el principio dije que ese mueble estaba muy feo.
Con el tiempo se fue haciendo polvo solito.

Tenía un anaquel de lámina, uno de esos que venden en las calles, sí uno insiste le van bajando el precio inicial. Ahí colocaba mi colección de libros, y algunas réplicas de figuras prehispánicas. Hasta arriba tenía dos peluches, en medio del estante mi grabadora, y abajo, sobre el piso, mis zapatos.

Sobre una estructura de tubo colocaba mi ropa en ganchos. Abajo de éste,en el piso, había cajas, dentro había muchos triques.Se me daba guardar cosas inútiles: postales, timbres, envolturas, luchadores de plástico y algunas máscaras , bolígrafos sin tinta...
En la pared estaba un reloj y algunos cromos que conseguía gratis en los locales donde rentaban películas. La ventana que daba hacia el patio estaba cubierta por una persiana en color nogal.
Era muy austero mi cuarto.