martes, 7 de octubre de 2008

El galanzete

Ya había agarrado confianza de salir de mi casa algunos viernes por la noche sin decir nada. No era seguido, acaso una vez por mes.

Salía como de costumbre a escondidas, con el corazón acelerado, sudando. Afuera estaban mis cuates: El Perico, El Juaco y El Greñas. Ya conocieron al Perico, faltan los dos últimos. Mi madre no los podía ni ver. Nunca le cayeron bien. Decían que nada más se la pasan sonsacando a los demás.

Éramos casi de la mima camada, ya andábamos cerca de los dieciocho, el greñas, nos llevaba un año más, al igual que el Juaco. El Greñas pues andaba pelón. Pero semanas atrás andaba con los pelos crecidos, sin ton ni son. Cuando fue a pedir informes para su pre-cartilla se la sentenciaron.

Es que los pelos largos no le iban. Era el más alto, el más moreno y flaco de la banda, traía los pelos necios, largo en ambos lados de las sienes, que tapaban más de media oreja, onda tipo trailero. El largo del cabello le tapaba todo el cuello, pero sin tener forma alguna, daba la impresión que tenía el cabello sucio. Tenía la barba cerrada Podían fácil confundirlo con un indigente.



Como buscaba trabajo decidido raparse. . con ese aspecto parecía otro. Nadie se había fijado antes en su a rostro, en sus ojos verdes sombreados por pestañas rizadas. Al parecer estaban escondidos entre tanto pelo; sobresalían sus ojos sobre esa tez morena. Tenía un cráneo bien proporcionado. El rape le iba bien. La barba cerrada también.

Siempre sonreía. Fue el más optimista de los que yo haya conocido. No siempre fue así. De niño fue de complexión robusta. Tenía el abdomen abultado, con las mejillas y papada prominentes. Era por su altura, tez y peso muy bien identificado,

Al entrar a la secundaria tuvo demasiados problemas de acné; eso y el sobrepeso contribuyeron a su timidez, a alejarse de los demás. No querer comer. En más de una vez vomitó y derramó una lágrima por su aspecto físico.

Fue obligado por su papá a inscribirse en clases de karate con la intención literalmente de madrear al que se burlara de él. Nunca supieron que dejaba de comer, que vomitaba. Todo su coraje, fuerza y dedicación para esa actividad lo llevaron a tener otra actitud ante la vida…y bajar de peso. Eso y el entusiasmo para bailar lo cambiaron por completo.

Quién iba a pensar que ese patito gordito se convertiría en todo un galanzete.

No hay comentarios: