domingo, 9 de diciembre de 2007

La azotea

Ellos pendientes de ver cualquier silueta. Sacaban sus perversiones a relucir y permanecían largo rato para ver nada, para ellos era muy satisfactorio, pues siempre estaban acostados en la azotea. El centro de reunión para ellos dos sin duda fue la azotea. De lo que platico nunca me constó nada. Todo eso es lo que me dijeron que pasó. Algunos de detalles no vale la pena mencionar.

Un wey con barba cerrada del cual no recuerdo su nombre, siempre andaba en mezclilla y zapatos industriales, con el periódico de La Jornada en mano y un morral de piel café, más de una apariencia intelectual que de estudiante de ingeniería civil se le veía seguido en el departamento.Ya en alguna plática me lo habían mencionado, había estado en el clan mucho antes que yo. No hizo falta que me lo presentaran formalmente, - a Carlos nunca le simpatizó, pero tampoco nunca me dijo el porqué-.

Era casi seguro que apareciera en viernes por la noche así como otros weyes que nunca llegué a conocer del todo. A pesar de las instrucciones de doña Angustia de no dejar pasar gente desconocida pues podrían hurtar pertenencias nuestras, siempre había varios weyes en el departamento, más por la gorra que por que quisieran llevarse algo.

Nunca se perdió nada.

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