Esa kermés fue algo diferente para mí.
Poco antes había dejado la escuela primaria, no tenía amigos, aunado a que no se me daba ser amiguero. Sin tener el más mínimo de los gustos asistí. Me ha incomodado estar ante tanto desconocido, y me hallaba allí rodeado ante decenas de ellos.
Qué diferente la solemnidad en el patio central con uniforme los días lunes. Se procuraba estar atentos a las indicaciones del maestro que presidía los honores a la bandera ese día, vigilados por los prefectos. Cualquier risa o imprudencia durante los honores a la bandera, el castigo: estar dos pasos adelante de toda la formación del grupo, ante las miradas inquisidoras de toda la escuela.
Sin esa solemnidad, sin uniforme y sin prefectos, todos se transformaban. Las reminiscencias de la infancia todavía estaban bien marcadas, tanto en el aspecto físico como en las mentales, más en parte de ellos que en la de ellas, había por ahí muchas excepciones.
Poco antes había dejado la escuela primaria, no tenía amigos, aunado a que no se me daba ser amiguero. Sin tener el más mínimo de los gustos asistí. Me ha incomodado estar ante tanto desconocido, y me hallaba allí rodeado ante decenas de ellos.
Qué diferente la solemnidad en el patio central con uniforme los días lunes. Se procuraba estar atentos a las indicaciones del maestro que presidía los honores a la bandera ese día, vigilados por los prefectos. Cualquier risa o imprudencia durante los honores a la bandera, el castigo: estar dos pasos adelante de toda la formación del grupo, ante las miradas inquisidoras de toda la escuela.
Sin esa solemnidad, sin uniforme y sin prefectos, todos se transformaban. Las reminiscencias de la infancia todavía estaban bien marcadas, tanto en el aspecto físico como en las mentales, más en parte de ellos que en la de ellas, había por ahí muchas excepciones.
Ellas llevaban mucha delantera, preferían a los varones mayores, cualquier wey con bozo bien marcado, lo miraban como todo un casanovas; fácil disfrazaban su edad ya sea con un peinado diferente, minifaldas, zapatos altos y barniz en las uñas, querían a toda costa representar una edad que no tenían.
Para ellos, la vida o edad, les iba y venía. Disfrutaban estar ahí, nada complicado. Si unos converse o vans combinaban con pantalones deslavados, playeras de un equipo de fútbol, o basquetbolistas les era indiferente.
Llegué vestido con un pantalón de mezclilla ajustado, tenis converse y una playera blanca holgada con el Pato Lucas estampado en ella, recuerdo que nadaba en ella. Un dije con una lengua roja colgaba sobre mi cuello, tres pulseras hecha de hilos de varios colores con diseños de grecas llevaba sobre la mano izquierda.
Con indiferencia subí al segundo piso del plantel. No sabía bailar así que me concreté a observar a los demás. Thriller de Michael Jackson se escuchaba, al igual q los éxitos de Madona. Después de un breve silencio, Batman se escuchó hasta el cansancio.
Una grabadora de falluca gris con decenas de casetes a los costados servía para tal propósito.
Un grupo de alumnos, autodenominados policías, buscaban malhechores para apresarlos; un salón de clase se acondicionó para tal propósito , la única manera de poder salir de allí, a través de un soborno.
A Dalila la vi recargada sobre el barandal del segundo piso, cuál Ensueño de Manuel Álvarez Bravo, ensimismada en su mundo. Desde ahí se tenía la mejor perspectiva. No me atreví a hablarle . Nos separaba un muro.
Empezó a tararear …I just call to say I love you… Hice lo mismo, sin saber el significado completo de la letra, sólo lo hacía porque era una canción pegajosa.
¿ Te gusta también Stevie Wonder? Le dije sí. Era verdad, pero por mucho tiempo creí que Stevie era una Mujer
1 comentario:
como que falta un final más marcado, no veo a donde se llega.
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