La invitación para la fiesta del viernes por la noche me hizo pensar.Sabía de antemano que no me dejarían ir, ¿para que preguntar? Yo sabía la respuesta. Esa semana estuve nervioso, pensaba en el mejor momento para pedir permiso para el viernes por la noche. Ese día, el viernes no me dio hambre.
Agonizó la tarde, no dije nada. Tuve un fuerte dolor abdominal, como un cólico, parte por la emoción de irme sin decir nada, parte por miedo. No me molestaba, pero me incomodaba, ¿ a qué hora me iría? Esa noche pasaría por mi amigo, El perico.
Agonizó la tarde, no dije nada. Tuve un fuerte dolor abdominal, como un cólico, parte por la emoción de irme sin decir nada, parte por miedo. No me molestaba, pero me incomodaba, ¿ a qué hora me iría? Esa noche pasaría por mi amigo, El perico.
En la prepa lo conocí. Nada tenía que ver su aspecto físico con su mote. Era alto y delgado, nariz recta, ojos oscuros, cejas tupidas, no usaba lentes. Era blanco, como si nunca tomara el sol, sin llegar a ser blanco percutido. Su pelo era de un negro intenso, se peinaba con ralla en medio, con bucles que se formaban al peinarse, no creo que se peinara, sus bucles se acomodaban solos.
Tenía unas manos torpes, con dedos flacos y grandes. No usaba reloj, cadenas, esclava o anillos.
Ninguna característica física que resaltar o cicatriz visible , como un wey normal que te puedes encontrar en la calle, difícil de describir. Torpe al caminar, de paso lento. Deduje que le decían El Perico porque ese wey casi no hablaba. Se le podía confiar cualquier comentari0 indiscreto, cualquier secreto insano, él no diría nada. No había problema, el sabía escuchar, cualquiera diría que era mudo. Yo, que era un hombre de escasas palabras.
Ese día me la pase tomando sólo agua, mucha agua. Alguien dijo que iba a haber mucho alcohol, y también mencionó que la mejor manera de no embriagarse era tomando agua y alcohol. Yo deduje que la mejor manera era estar lleno de agua, así no podría soportar tanto alcohol.
Esa noche tomé sólo un vaso de leche para no dar sospechas y subí a mi recámara, me la pase orinando toda la tarde. Espere sigiloso la hora marcada. Al final del pasillo, a mano derecha había una escalera que comunicaba con el patio, se bajaba por esa escalera y salir sin ser visto.
Esa noche se acabó el ruido temprano en mi casa, me cambié, tomé las llaves y cerré. Fue una nueva aventura. A pesar que era en la misma colonia tomé todas las precauciones.
No me divertí. Mi otro yo me traicionó ¿… y si algo malo me pasaba? , ¿de regreso chocaba el taxi?, ¿ extraviaba la llave?, ¿ cómo entraría a mi casa? ¿ Si mi padre me buscaba y no me encontraba?
Me sentía mal, tenía la sensación orinar una y otra vez, aunque sólo hiciera un chisguete. Sudaba.
Al final de la noche vomité toda el agua que ese día tomé, mi vaso de leche y el vaso de alcohol con refresco de cola .