¿Ya conté sobre mi tatuaje en la espalda? No es un tatuaje en sí. A un compañero le gustaba dibujar, según el quería ser tatuador. Nunca lo fue, pero en ese entonces él quería serlo y tatuaba a su manera.
Es en ese tiempo que uno quiere hacer muchas cosas y no llega a terminarlas.
Le comenté que me gustaría tatuarme algún día, pero que sería mucho después... cuando fuera más grande.
Me dijo : “ para luego es tarde, no le saques”. Entonces no se sabía mucho de tatuajes, sólo que los ex presidiarios los portaban. Él no había hecho muchos, algunos corazones con flechas, letras, y cosas sencillas.
El mío sería sencillo, unas alas de ángel en la espalda. Nada elaborado. Sólo que parecieran unas alas de ángel. Nada más compraría la tinta. Una tinta mala.
La única condición: tener que hacer entregar sus resúmenes de libros en la clase de literatura. Tal vez pensó que era pendejo, primero por ser su conejillo de indias, después por la tarea que iba a emprender. Yo pensé también que era un pendejo por que no me iba a cobrar y a los demás les cobraba, la tarea era pan comido, también pensé que yo ps era su cuate por eso no me cobraría. No estoy seguro de lo que pensé, pero más o menos eso pensé, y no se lo dije. Él también ha de ver pensado algo parecido y no me dijo.
El proceso de tatuaje era rudimentario, una máquina hechiz, la tinta se vertía en una corcholata de refresco. No se pensaba en tantas cosas, asepsia, enfermedades y eso, mi preocupación, que mi jefa lo llegara a ver, eso si daba miedo. Lo demás no.
Dibujaba muy bien. Cuando a alguien lo enyesaban, él les hacía trabajos chingones. Entonces quedé un día de ir a su casa; hizo varios bosquejos sobre mi espalda, me tomó fotos con su cámara polaroid y acepté el que más me gustó. Acordada la fecha fui y empezó a hacer un bosquejo con la tinta.
Punteó sólo la orilla superior izquierda. Una semana después sombreó la parte superior izquierda del ala. Después se quebró su mano.
Entonces quedé tatuado con una pedazo de ala nada más.
Es en ese tiempo que uno quiere hacer muchas cosas y no llega a terminarlas.
Le comenté que me gustaría tatuarme algún día, pero que sería mucho después... cuando fuera más grande.
Me dijo : “ para luego es tarde, no le saques”. Entonces no se sabía mucho de tatuajes, sólo que los ex presidiarios los portaban. Él no había hecho muchos, algunos corazones con flechas, letras, y cosas sencillas.
El mío sería sencillo, unas alas de ángel en la espalda. Nada elaborado. Sólo que parecieran unas alas de ángel. Nada más compraría la tinta. Una tinta mala.
La única condición: tener que hacer entregar sus resúmenes de libros en la clase de literatura. Tal vez pensó que era pendejo, primero por ser su conejillo de indias, después por la tarea que iba a emprender. Yo pensé también que era un pendejo por que no me iba a cobrar y a los demás les cobraba, la tarea era pan comido, también pensé que yo ps era su cuate por eso no me cobraría. No estoy seguro de lo que pensé, pero más o menos eso pensé, y no se lo dije. Él también ha de ver pensado algo parecido y no me dijo.
El proceso de tatuaje era rudimentario, una máquina hechiz, la tinta se vertía en una corcholata de refresco. No se pensaba en tantas cosas, asepsia, enfermedades y eso, mi preocupación, que mi jefa lo llegara a ver, eso si daba miedo. Lo demás no.
Dibujaba muy bien. Cuando a alguien lo enyesaban, él les hacía trabajos chingones. Entonces quedé un día de ir a su casa; hizo varios bosquejos sobre mi espalda, me tomó fotos con su cámara polaroid y acepté el que más me gustó. Acordada la fecha fui y empezó a hacer un bosquejo con la tinta.
Punteó sólo la orilla superior izquierda. Una semana después sombreó la parte superior izquierda del ala. Después se quebró su mano.
Entonces quedé tatuado con una pedazo de ala nada más.
1 comentario:
Aún hay marcas de él? te lo borraste?
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