viernes, 8 de agosto de 2008

El gusto por las luchas

El gusto por las luchas ya lo traíamos en la sangre. Mi tío, de joven, siempre quiso ser luchador, ¿ya lo conté?

Era muy aficionado a las luchas. Le gustaba ir los fines de semana a verlas. Un día se despertó diciendo que quería ser luchador, no bastó con ir a verlas los fines de semana.

Salía muy temprano a correr por las mañanas. Tenía un reto difícil, pues era muy alto y delgado. Después de tanto correr, siguió estando alto y delgado. El seguía insistiendo en querer ser luchador. Entonces empezó a practicar el box y también seguía corriendo. Seguía estando alto, delgado y macizo.
Se metió al gimnasio. Entonces con el tiempo empezó a robustecer, estaba feliz, mi abuelo le decía que estaba robusteciendo por la edad. Cuando se sintió preparado empezó a practicar lucha grecorromana, su sueño, ser luchador profesional.

Llegó a un cuadrilátero muy rudimentario, con piso de madera, cuando los golpes y las caídas fueron reales ya no le gustó.Hasta ahí le duró el gusto. Dejó de hacer ejercicio, le siguieron gustando las luchas y ganó como cien kilos.

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