Bien que recuerdo cuando conocí a Octavio. Nunca lo mencionamos en nuestras pláticas posteriores, a lo mejor él no se acordó. Ese día que lo conocí se me acercó. Yo delante de toda la fila, el primero, me había formado ahí horas, muchas horas antes, gracias a la exagerada puntualidad de mi padre. Con voz tímida me dijo: ¿Es aquí la fila…? Sí, le dije. Entonces él no sabía de que platicar, se quedó ahí parado, mudo, viéndome. Mi sarcasmo pudo más. Pues la cola está hasta allá, mira, y están llegando un buen, ah. Entonces no se atrevió a decirme qué sí se podía quedar ahí y tampoco le dije , quédate. Aparte muchos ya me habían preguntado si era ahí la puerta indicada y había dicho “ Sí “ reiteradas veces, y que buscaran la cola que se miraba a lo lejos. El nomás miraba al grupo con los que platicaba. Tal vez pensó que éramos grandes amigos, pero no, sólo la familiaridad que da una larga espera en una misma fila. No platicó, se cohibió, pero nadie ahí nos conocíamos hasta horas antes. Vi como poco a poco se alejó hasta que lo perdí de vista. Yo seguí platicando, en espera de la hora marcada. Poco después me lo encontré como compañero. Recordé que era el mismo que me preguntó: ¿Es aquí la fila…?
Nos hicimos confidentes al momento. Teníamos la misma personalidad, reservados, un carácter muy similar. Era igual de delgado que yo, él un poco más alto, se peinaba con raya en medio, sonrisa tímida, nunca soltó una carcajada, de eso estoy seguro, era demasiado extrovertido, hasta que conoció a Ella.
Siempre se dirigió a los demás con propiedad. Por las tardes noches salíamos por ahí en el auto de su tío, nos metíamos a las librerías, bibliotecas, hemerotecas… nos gustaba ver libros, aunque no compráramos nada, restaurantes, cafés, vaya negocios de cualquier tipo, desde Paseo Bravo hasta la Catedral, una de nuestras preferidas avenidas sin duda, Reforma. Siempre había mucho que ver, ya que el centro y sobre todo esa calle es una de las más transitadas.
El trabajaba los fines de semana en un Nigth club, llamado “ x “ , allí conoció a Ella. En ese lugar ayudaba con el equipo de la música. Ella era prostituta.
Desde que la conoció me habló de ella. Un día caminando sobre Reforma la vimos pasar. Pasamos inadvertidos, casi rozándonos los cuatro transeúntes, percibí un suave olor a perfume. Iba vestida con jeans azules ajustados, botas negras altas discretas y una blusa bien fajada. Era morena de mediana estatura, llevaba en ese momento el cabello negro ondulado bien recogido en una cola de caballo.Unos lentes negros cubrían sus ojos. No era una mujer desapercibida. Platicaba ella con otra chica nada discreta, llevaba una blusa escotada, las piernas gruesas la cubría una minifalda de mezclilla llamativa, traía unas sandalias color oro.
En ese tiempo parecía que ya había pasado el interés hacia él, pues me dijo que así como un día lo acosó después pareció no buscarlo más, no hubo explicación, sólo indiferencia. De siempre cuando ella estaba con otro hombre en el nigth club él no existía. Fuera era otra, tenía varias caras, me dijo.
Nunca se interesaron el uno al otro, fue un capricho más de ella por él. Pues desde que lo vio lo acosó noche tras noche, bueno digamos que pocas noches. La primera vez que llegaron al cuarto me dijo que él se quedó quietecito nomás, ella hizo todo lo demás.
Nos hicimos confidentes al momento. Teníamos la misma personalidad, reservados, un carácter muy similar. Era igual de delgado que yo, él un poco más alto, se peinaba con raya en medio, sonrisa tímida, nunca soltó una carcajada, de eso estoy seguro, era demasiado extrovertido, hasta que conoció a Ella.
Siempre se dirigió a los demás con propiedad. Por las tardes noches salíamos por ahí en el auto de su tío, nos metíamos a las librerías, bibliotecas, hemerotecas… nos gustaba ver libros, aunque no compráramos nada, restaurantes, cafés, vaya negocios de cualquier tipo, desde Paseo Bravo hasta la Catedral, una de nuestras preferidas avenidas sin duda, Reforma. Siempre había mucho que ver, ya que el centro y sobre todo esa calle es una de las más transitadas.
El trabajaba los fines de semana en un Nigth club, llamado “ x “ , allí conoció a Ella. En ese lugar ayudaba con el equipo de la música. Ella era prostituta.
Desde que la conoció me habló de ella. Un día caminando sobre Reforma la vimos pasar. Pasamos inadvertidos, casi rozándonos los cuatro transeúntes, percibí un suave olor a perfume. Iba vestida con jeans azules ajustados, botas negras altas discretas y una blusa bien fajada. Era morena de mediana estatura, llevaba en ese momento el cabello negro ondulado bien recogido en una cola de caballo.Unos lentes negros cubrían sus ojos. No era una mujer desapercibida. Platicaba ella con otra chica nada discreta, llevaba una blusa escotada, las piernas gruesas la cubría una minifalda de mezclilla llamativa, traía unas sandalias color oro.
En ese tiempo parecía que ya había pasado el interés hacia él, pues me dijo que así como un día lo acosó después pareció no buscarlo más, no hubo explicación, sólo indiferencia. De siempre cuando ella estaba con otro hombre en el nigth club él no existía. Fuera era otra, tenía varias caras, me dijo.
Nunca se interesaron el uno al otro, fue un capricho más de ella por él. Pues desde que lo vio lo acosó noche tras noche, bueno digamos que pocas noches. La primera vez que llegaron al cuarto me dijo que él se quedó quietecito nomás, ella hizo todo lo demás.
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